miércoles, 7 de abril de 2010

30.- LAS MARROQUÍES

Foto: José Luis Asencio Padilla

LA PARED DEL CONVENTO

A mi hermana Antonia.

Ni tú ni yo lo sabemos
cómo estará de por fuera
Cuadro de texto: CONVENTO DE LAS MARROQUÍES la pared de tu convento,
Hermana Antonia,
ni tú ni yo lo sabemos.

Tú dentro con Dios del brazo
rezando siempre en silencio,
y asomándose a tus ojos
dos angelillos traviesos.
Yo como decía madre,
mi Agustín siempre está lejos,
a su corazón de pie
y a la verdad de su verso
le estaba chica la calle,
le estaba chico este pueblo,
no quiso escuchar palabra,
no quiso escuchar consejo,
con su verso a flor de labio
se fue soñando despierto.

Niña debía haber sido
como las cinco que tengo.
Dios y ella me perdonen
no volvería yo a hacerlo
si volvieran esos años,
que lo mejor de mis versos
éramos todos nosotros
y nuestra madre en el centro.

Cómo estará de por fuera
la pared de tu convento,
Hermana Antonia,
ni tú ni yo lo sabemos.

Habrán escrito los niños
arañando sobre el yeso,
cómo le habrán hecho daño
las lluvias malas y el viento.
Te acuerdas, hermana, te acuerdas
de aquella espuerta de yeso
de aquel cubo de cal blanca
y nuestra madre riendo
curó todas las heridas
de la pared del convento.
La puso blanca de fiesta
y Dios que la estaba viendo
le mandó una nube blanca
para tapar los remedios.
Madre se quedó contenta
rezando su Padrenuestro.

Cómo estará esa pared,
ni tú, ni yo lo sabemos,
tú dentro con Dios del brazo
yo siempre lejos, muy lejos,
golpeándome la frente
este montón de recuerdos
que poco a poco me matan
y de pie me tienen muerto.

Agustín Rivero Torres, A.: Andalucía viva. Méjico,1986: 139-141.

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