jueves, 29 de abril de 2010

NOVEDADES

El Parque San Pablo sigue inspirando a los poetas actuales. Compartimos con vosotros este poema de Natividad Escoda.

Foto: José Baena Naranjo


PARQUE SAN PABLO

Se levanta la bruma en el Genil,
parpadea la brisa entre sus aguas,
el cañaveral se mece, cimbrea
y con un guiño se contonea.

Tras el malecón ingrávido, el tiempo fluye,
en la arboleda reposa el aire.
Aroma de azahar y jazmín, fuentes de piedra.
A pleno sol, el parque enfebrece, borbotea.

Camina el día entre eucaliptos
palmeras y campanillas malva.
Memoria del lugar, nostalgia de antaño
por el sendero de arena, ladrillo y barro.

Flota en el aire risas y cantos.
Corren los niños tras las palomas,
abriendo vuelos, despertando sueños.
Entre mil juegos pasa la tarde.

Caen las sombras en el vergel,
anochece sobre el río.
Luz tardía sobre el agua:
brillo carmesí, pátina dorada.

Descansan los bancos en silencio
y el ciprés cara al cielo,
brinda la espera de ser robada
su atezada mirada.


Natividad Escoda


Hoy nos ha llegado este maravilloso poema de Marcelino Fernández Piñón dedicado al río Genil, que os ilustramos con un cuadro del mismo autor.





QUE VIENE EL GENIL



Por allí viene el Genil.

Pues que viene caballero,

dejadlo venir.

Y trae al cinto la espada,

flores de su adolescencia,

desde la Sierra Nevada

pues allí tiene nacencia.


Por allí viene el Genil.

Pues que viene sonriente,

dejadlo venir.

Mas para entrar en poblado

debe moderar modales

pues a veces causa enfado

y otras, fueron mortales.


Por allí viene el Genil.

Pues que viene presuroso,

dejadlo venir.

Órgano de plata fría

es tu arpegio sostenido

música que nos debía

a este rincón escogido.


Por allí viene el Genil.

Pues que viene engalanado,

dejadlo venir.

Viene en Écija a buscar

blasones de buena rama,

y dedica su cantar

a damas de buena fama,

y a hombres de mejor cama.


Por allí viene el Genil.

Pues que viene enamorado,

dejadlo venir.

Y mi amor astigitano

que me venga como fuente

porque la niña que amo

aún no ha llegado a veinte.

Y la amo como a mi vida,

y cuando llora, es mi herida.


Por allá se va el Genil.

Pues que hoy estuvo amigo,

dejadlo partir.

Que lleve a Lora del Río,

amores como los míos.


Y que ponga hasta en Sevilla

amores tan escogidos,

que ya desde la semilla,

nadie los dé por vencidos.


Por allá se va el Genil.

Pues que ha de llegar al fin,

dejadlo partir.



Marcelino Fernández Piñón

miércoles, 14 de abril de 2010

18.- SAN GIL


Torre de S. Gil, de José Luis Asencio Padilla


LA TORRE DE SAN GIL


La elegancia se hizo torre
a la vera
de la iglesia de San Gil;
en la plata
de sus ondas el Genil
con trazos de campo y cielo
bordó tu imagen naranja.
Palmera esbelta y sutil
tenue flecha
que bebes blancos y azul
del infinito sedienta.
Estructura
de leves masas prismáticas
más ligeras a medida
que del suelo te levantas,
hasta que al fin sin materia
impalpable, transparente,
hacia Dios
con más ímpetu te lanzas.
El folklore
de moriscas yeserías,
ladrillos anaranjados
amasados
con fervor y agua bendita
de tu río,
transformados
ante tu Cristo inefable
en vertical oración;
tras de ti sube hasta el cielo
en verde de tus campanas
su canción.

Tomás Beviá Aranda



Cristo de la Salud, de José Luis Jiménez Sánchez-Malo.


AL CRISTO DE SAN GIL (“LA SALUD”)

En el Alto Picadero
al llegar Semana Santa,
estando en su estrecha plaza
se está más cerca del Cielo.

Por las puertas de San Gil
aparece el Cristo bueno
que, clavado en el madero,
se refleja en el Genil;
y yo, que lo veo venir
entre cientos de “rebotos”,
admiro en su bello rostro
esa forma de morir.

Ocupando las esquinas,
los ecijanos se aprietan;
uno canta una saeta
y ni la brisa respira.

En el balcón, las macetas
parece que hasta se asoman;
y en su vuelo, la paloma
se encarama en la veleta.

Cristo viene coronado
por un tormento de espinas
y la gente se le arrima
con los ojos espantados.

Más la espina del tormento
en esa frente divina,
se convierte en flor bendita,
por ser suyo el sufrimiento.

Con Él sufre el nazareno
que, debajo del capillo,
sueña duelos de chiquillos
vestidos de terciopelo;
y debajo, el costalero,
que ¡cómo mece a la Virgen
cuando llega a Caballeros!.

Y en este terrible duelo
(duelo grande y duelo amargo),
desde los Balcones Largos
quieren sumarse al cortejo,
con las piedras de la calle,
el dolor de cada sueño:
desde el pequeño detalle
de un rebate o un zaguán,
a la torre de San Juan,
filigrana de azulejos.

Luz de luces, luces, luces...
hileras largas de luz
que alumbran a la Salud
en la sombra de las cruces.

Yo voy a sus pies rezando
mirándolo a contraluz;
y Él, desde su inmensa Cruz,
viene a morir perdonando.

Écija sabe querer
con la pasión desbordada
y su Alma está entregada,
en este hondo sentir,
al Cristo que está en San Gil,
por Amor, en el madero;
que estando clavado allí
el Cristo más milagrero,
Él nos muestra ese Sendero
de su Santa Voluntad,
y después, en su Piedad,
siempre atiende nuestro ruego.

Écija lo quiso así:
a la orilla del Genil,
cuando pasa por mi Pueblo,
es el Cristo en la Salud,
el Faro que da la Luz
desde el Alto Picadero.


Francisco J. Fernández-Pro Ledesma


S. Gil, de José Luis Jiménez Sánchez-Malo

LA TORRE Y EL RÍO

Torre de San Gil graciosa,
la mejor de tus hermanas,
la más esbelta y bonita
de las torres ecijanas.

Cuando elevas hasta el cielo,
tu bendita cruz de plata,
tus campanillas de bronce,
entonan una plegaria.

Campanas maravillosas
de ronco y alegre son,
que desde siglos remotos,
tocáis a Gloria y a Dios.

Cuando aparece la luna
detrás de tus balconajes
viene vestida de fuego
“pa” rendirte vasallaje.

¡Cómo sonríe la torre
al verse tan codiciada,
por la lunita lunera,
que de ella está enamorada!

Cuando se mira tan guapa,
nuestra torre de San Gil,
se mira la coquetona,
en las aguas del Genil.


Mayestática figura
que rompe el celaje azul,
eterna y fiel centinela
del Cristo de la salud.

José Martín Jiménez



domingo, 11 de abril de 2010

19.- SANTA ANA


Son numerosos los autores que dedican poemas al Cristo de la Yedra y a la Iglesia de Santa Ana. Comenzamos con Pedro Abaurre (Pablo Anzur), fallecido el pasado día 9 de Abril de 2010.

Pedro Abaurre, nacido en Puente Genil, nos deja versos de comunión, de inspiración y de amor por Écija, ciudad a la que supo elevar como categoría literaria, con un perseverante afán de perfección creadora.

Deja en sus poemarios “Cruz de luz astigitana” (1991),”Amanecer nazareno. Entre torres y espadañas” ( 1992), “Valle Celestial. Cien décimas a la Virgen del Valle con motivo de su coronación” ( 1999)… todo un “caleidoscopio pasional”. Con ellos pregonó su Semana Santa, sus Hermandades, los más representativos elementos de su geografía urbana ... y con los que trazó acaso uno de los mejores itinerarios poéticos de Écija. Su estilo literario, directo y claro, se caracteriza por su expresión sencilla, “natural”, cercana siempre al sentir del pueblo.




















Autor: José Luis Jiménez Sánchez-Malo.



YEDRA Y CRUZ, CRISTO Y CARIDAD


II

A tu sol y su brillar,
en el yunque de un lucero
quien lo pudiera forjar,
para hacerlo costalero
de la Yedra al expirar.

En Santa Ana penitente,
cuando acaricia la piedra
el Genil y su corriente,
besa la brisa la Yedra
de la Cruz que mira al Puente.

Fiel astigitana,
cuando su agua corre
más santa y cristiana,
hay Yedra en la torre
que tiene Santa Ana.

Pablo Anzur: Amanecer Nazareno entre Torres y Espadañas, Écija, 1992:58.

LLEVA QUIEN DEJA Y VIVE EL QUE HA VIVIDO. Os mostramos este enlace a un video en la voz de Pedro Abaurre con el poema "Cristo de la Yedra y Virgen de la Caridad".




LA TORRE CHIQUITA


Eres torre de Santa Ana,

la más linda y presumida,

un pequeño relicario

cincelado en plata fina.


Es una torre de ensueño,

un sentido madrigal,

una flor en primavera,

una brisa matinal.


Torre chiquita y bonita,

vestida de azul y grana,

bella como un pensamiento,

linda como una manzana.


Cuando te ves en el río,

y te miras tan graciosa,

no envidias la de San Gil,

tan alta y presuntuosa.


La luna está enamorada

de la cruz de tu veleta,

y te mira noche y día,

la luna, luna lunera.


¡Oh torre maravillosa

la de la Puerta real

que abriste a San Fernando,

las puertas de la ciudad.


Fue una mañana de Mayo,

en el día de la cruz

y entraron los escuadrones

bajo el bello cielo azul.


Tiene un brillante recuerdo

de sus tiempos gloriosos,

y es que la santa andariega,

hizo aquí su tercer voto.


José Martín Jiménez


Foto: José Luis Asencio Padilla



AL CRISTO DE LA YEDRA


Esa Cruz lleva una Yedra

(verde que te quiero verde)

que se abraza y se entretiene

jugando con la madera.


Esa Cruz lleva una hilera

de Esperanza penitente

y se viene por el Puente

(trepa que te trepa y trepa).


Esa Yedra se parece,

ilusión enamorada,

a mi alma que se escapa

de mi pecho y de mi frente.


Esa Yedra, que es mi barro

y ha iniciado la escalada,

se refugia en la lanzada

que han abierto en su costado.


Por el Puente viene el río

con su corriente de plata

para ver como se alza

la yedra hasta el mismo Cristo,

y la Yedra enamorada,

que produce escalofrío,

en el Genil se hace río

y deja rezando al agua.


Por la noche con la gente,

las estrellas y mi Dios,

este barro que soy yo

se convierte en yedra verde;

y en esta divina espera,

quiere subir de repente

a ese trozo de madera

que el Genil, en su corriente,

hizo sueño de ribera

cuando el Cristo de la Yedra

se vino muriendo al Puente.


Francisco J. Fernández-Pro Ledesma



AL BUEN CAPATAZ DEL CRISTO DE LA YEDRA


Ya los ángeles gitanos

están de fiesta en el cielo,

llevando al cuello pañuelos

y buen compás en las manos.


Porque el pueblo astigitano

esperando está a la Yedra

que el lunes Santo se encierra

en la iglesia de Santana;

cuando el puente se engalana

por el Rey de Cielo y Tierra.


El Cristo con yedra nueva

deja al fin Santa María

y vuelve con alegría

aunque el adiós le conmueva…

Todo el fervor se renueva

y la Virgen va detrás

con un mensaje de paz

y fervor de costaleros

que siguen fiel el sendero

de un mítico Capataz…


Una voz, que viene de lejos

entre abalorios de nubes

en un coro de querubes

que propagan los reflejos

de río y luna en espejos

de un GITANO, honra y prez

que con el Cristo a sus pies

dio testimonio de celo

y acaba llegando al cielo

cuando dice: “¡A esta es!”


Pepita Tomás Montero



viernes, 9 de abril de 2010

20.- MONUMENTO A SAN PABLO

Foto: José Luis Asencio Padilla


Pablo de Tarso en el tiempo.
Aquel viajero incansable
de la Doctrina de Cristo;
aquel Apóstol gigante
que recorrió tantas Patrias
predicando inagotable.

Hoy el patrón de mi tierra.
Protector y vigilante
a las puertas de una Écija
que lo retrata en su cauce.

Mármol sublimado en sueños
sueños perfumando el aire.
Aire que riza un ambiente
de alamedas y tarajes.
De un Genil que se arrodilla
cuando pasa por delante.
Y el sol puesto por corona,
como símbolo y alarde
de aquella lúcida frente,
donde el río de su sangre
en fiebre de idolatría,
templó después de encauzarse
entre las orillas anchas
de Amores y Caridades.

Pablo de Tarso, Patrono
de esta tierra noble y grande,
que levanta en cada plaza
torres que son baluartes,
de la fe que tú trajeras
encendida en tus afanes.

Juan Manuel Díaz Baena.


Monumento a S. Pablo, por José Luis Jiménez Sánchez-Malo

25 de enero. Procesión de San Pablo en Écija

Existe en Écija una leyenda popular que congrega en la plaza a todo el pueblo, para contemplar la entrada de San Pablo en el templo de regreso de “su carrera”, solo por contemplar si todas las velas entran encendidas o se han apagado algunas de ellas. En el primer caso, el año es bueno, y malo en el segundo.


San Pablo sale a la calle
con las velas encendidas.
En un rosario de luces,
se forma la cofradía.
Los labradores le rezan
con Fe en el nuevo año,
mientras se enciende su espada
en soles de visionario…

¡En la plaza hay un murmullo
de nerviosismo en los labios…!
“¡Que no se apaguen las velas
que van alumbrando el paso…!”

Con el frío del invierno
las luces van tiritando,
mientras San Pablo se mueve
por las calles de su barrio.

La barba, rizada y fría,
le va acariciando el pecho
y en su amplia frente sombría
se ven surcos de barbechos…
–¡Que no se apaguen las velas…!
El aire en los soportales
se atemoriza y no llega
mientras el “ama” repite,
repite su cantinela:
– San Pablo Apóstol…¡Dios mío!
¡Que no se apaguen las velas
que si entran “encendías”
se salva la sementera…!

San Pablo sigue en silencio
las calles de su “carrera”,
mas los “diablillos” de Enero
le van soplando las velas.

Antonio Garfias Rodríguez: Reloj Parado.



Foto: José Baena Naranjo

El Parque San Pablo sigue inspirando a los poetas actuales. Compartimos con vosotros este poema de Natividad Escoda.


PARQUE SAN PABLO

Se levanta la bruma en el Genil,

parpadea la brisa entre sus aguas,

el cañaveral se mece, cimbrea

y con un guiño se contonea.


Tras el malecón ingrávido, el tiempo fluye,

en la arboleda reposa el aire.

Aroma de azahar y jazmín, fuentes de piedra.

A pleno sol, el parque enfebrece, borbotea.

Camina el día entre eucaliptos

palmeras y campanillas malva.
Memoria del lugar, nostalgia de antaño

por el sendero de arena, ladrillo y barro.


Flota en el aire risas y cantos.

Corren los niños tras las palomas,

abriendo vuelos, despertando sueños.

Entre mil juegos pasa la tarde.

Caen las sombras en el vergel,

anochece sobre el río.

Luz tardía sobre el agua:

brillo carmesí, pátina dorada.


Descansan los bancos en silencio
y el ciprés cara al cielo,

brinda la espera de ser robada

su atezada mirada.



Natividad Escoda

21.-EL ROLLO DE ÉCIJA

Una prueba evidente de que la imagen del Rollo de Écija se consideraba emblemática la hallamos ya en 1611, cuando fue utilizada como símil por Luis de Góngora. Con motivo del fallecimiento de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, el insigne poeta cordobés dedicaba estos versos satíricos al túmulo levantado en Écija para las exequias reales ( Gerardo García León-Marina Martín Ojeda: El rollo de Écija. artes Gráficas Codiar. Écija, 2004: 66).




Poema al Túmulo de Écija, en las Honras de la Señora Reina Doña Margarita.

Ícaro de bayeta, si de pino

Cíclope no, tamaño como el rollo,

¿Volar quieres con alas a lo pollo,

Estando en cuatro pies a lo pollino?

¿Qué Dédalo te induce peregrino

A coronar de nubes el meollo,

Si las ondas que el Betis de su escollo

Desata han de infamar tu desatino?

No des más cera al Sol, que es bobería,

Funeral avestruz, máquina alada,

Ni alimentes gacetas en Europa.

Aguarda a la ciudad, que a mediodía,

Si mase Duelo no en capirotada,

La servirá mase Bochorno en sopa.


Luis de Góngora