viernes, 9 de abril de 2010

20.- MONUMENTO A SAN PABLO

Foto: José Luis Asencio Padilla


Pablo de Tarso en el tiempo.
Aquel viajero incansable
de la Doctrina de Cristo;
aquel Apóstol gigante
que recorrió tantas Patrias
predicando inagotable.

Hoy el patrón de mi tierra.
Protector y vigilante
a las puertas de una Écija
que lo retrata en su cauce.

Mármol sublimado en sueños
sueños perfumando el aire.
Aire que riza un ambiente
de alamedas y tarajes.
De un Genil que se arrodilla
cuando pasa por delante.
Y el sol puesto por corona,
como símbolo y alarde
de aquella lúcida frente,
donde el río de su sangre
en fiebre de idolatría,
templó después de encauzarse
entre las orillas anchas
de Amores y Caridades.

Pablo de Tarso, Patrono
de esta tierra noble y grande,
que levanta en cada plaza
torres que son baluartes,
de la fe que tú trajeras
encendida en tus afanes.

Juan Manuel Díaz Baena.


Monumento a S. Pablo, por José Luis Jiménez Sánchez-Malo

25 de enero. Procesión de San Pablo en Écija

Existe en Écija una leyenda popular que congrega en la plaza a todo el pueblo, para contemplar la entrada de San Pablo en el templo de regreso de “su carrera”, solo por contemplar si todas las velas entran encendidas o se han apagado algunas de ellas. En el primer caso, el año es bueno, y malo en el segundo.


San Pablo sale a la calle
con las velas encendidas.
En un rosario de luces,
se forma la cofradía.
Los labradores le rezan
con Fe en el nuevo año,
mientras se enciende su espada
en soles de visionario…

¡En la plaza hay un murmullo
de nerviosismo en los labios…!
“¡Que no se apaguen las velas
que van alumbrando el paso…!”

Con el frío del invierno
las luces van tiritando,
mientras San Pablo se mueve
por las calles de su barrio.

La barba, rizada y fría,
le va acariciando el pecho
y en su amplia frente sombría
se ven surcos de barbechos…
–¡Que no se apaguen las velas…!
El aire en los soportales
se atemoriza y no llega
mientras el “ama” repite,
repite su cantinela:
– San Pablo Apóstol…¡Dios mío!
¡Que no se apaguen las velas
que si entran “encendías”
se salva la sementera…!

San Pablo sigue en silencio
las calles de su “carrera”,
mas los “diablillos” de Enero
le van soplando las velas.

Antonio Garfias Rodríguez: Reloj Parado.



Foto: José Baena Naranjo

El Parque San Pablo sigue inspirando a los poetas actuales. Compartimos con vosotros este poema de Natividad Escoda.


PARQUE SAN PABLO

Se levanta la bruma en el Genil,

parpadea la brisa entre sus aguas,

el cañaveral se mece, cimbrea

y con un guiño se contonea.


Tras el malecón ingrávido, el tiempo fluye,

en la arboleda reposa el aire.

Aroma de azahar y jazmín, fuentes de piedra.

A pleno sol, el parque enfebrece, borbotea.

Camina el día entre eucaliptos

palmeras y campanillas malva.
Memoria del lugar, nostalgia de antaño

por el sendero de arena, ladrillo y barro.


Flota en el aire risas y cantos.

Corren los niños tras las palomas,

abriendo vuelos, despertando sueños.

Entre mil juegos pasa la tarde.

Caen las sombras en el vergel,

anochece sobre el río.

Luz tardía sobre el agua:

brillo carmesí, pátina dorada.


Descansan los bancos en silencio
y el ciprés cara al cielo,

brinda la espera de ser robada

su atezada mirada.



Natividad Escoda

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