Han sido muchos los poetas y pintores que a lo largo de la historia se han inspirado en este rincón poético tan típicamente ecijano para sus obras. Como muestra os dejamos a Benito Mas y Prat y a Pepita Tomás.
LA ERMITA DEL VALLE
¡Como se van las horas
y tras ellas los días
y los alegres años
de nuestra frágil vida!
MELÉNDEZ VALDÉS
¡He aquí la pequeña ermita
que en mi niñez visitaba,
he aquí sus nevados muros
y sus frondosas acacias!
¡Oh con qué melancolía
templo la doliente arpa,
para evocar los rercuerdos
de las horas de mi infancia!
¡Qué diferente esta tarde
de aquellas tardes tan gratas,
en que sin duelos ni cuitas
a tus puertas descansaba!
¡Todo, todo ha variado!
¿Qué mucho que variara
si la rueda de la suerte
es tan fácil y voltaria?
Ya cuando cae la tarde
y la luna se levanta,
no vienen alegres niños
a jugar en la explanada.
Cerradas están sus puertas,
no arde en el altar su lámpara,
crece en el patio la hierba
y está muda la campana.
¡Ermita, como tú tengo
la soledad en mi alma;
por eso vengo a cantarte
antes que el tiempo te barra!
Todo, todo lo he perdido,
no guardo ni una esperanza,
no puedo ni arrodillarme,
porque hasta la fe me falta.
Árido campo es mi vida
que solo nutre cizaña,
y mi corazón un yermo
donde ni un árbol se halla.
Sólo vivo de recuerdos,
por eso en estas acacias
hallo el dulce sentimiento
de las horas de mi infancia.
Y al contemplar estos sitios,
mudos como yo y sin alma,
dejo la doliente lira
para verter una lágrima.
Benito Mas y Prat.( Año 1869).
Ermita del Valle, por Francisco de la Matta.
Os dejamos un enlace a un video de este poema recitado por Pepita Tomás
TIENE MI PUEBLO UNA ERMITA
Tiene mi pueblo una Ermita
que aparece descansando
en las lindes del camino.
La arrulla el Genil cantando
y los rudos campesinos
pasan por ella rezando.
Tiene mi pueblo una Ermita
como una blanca paloma:
entre la verde arboleda
la besa el sol cuando asoma
y admirándola se queda
desde la cercana loma.
Tiene mi pueblo una Ermita,
y ella es tierra tan Sagrada,
porque toda nuestra Historia
allí fue Santificada,
como un símbolo de Gloria,
ahora triste y olvidada.
En las lindes del camino
emerge blanca y bonita,
silenciosa y solitaria…
y entre sus muros palpita
los ecos de una plegaria,
¡Tiene mi pueblo una Ermita…!
Pepita Tomás Montero:
Desde las riberas del Genil. Poemas Ecijanos. Op.cit.: 23.
En el hondón del valle, casi cuando el río se despide de las torres y dice adios a las últimas casas de Écija, donde el campo ya lo es y exige su labor; al comienzo del adiós; hay una ermita, como un arca chiquita hecha por el artesano del pueblo, con tanto amor como arte para haccer cosas pequñas y entrñables , como si fuera capaz de hacer amores pequeños y hermosos, ¡joyas del alma! ése hizo una ermita camino del valle abajo, blanca como la nieve, cálida como el corazón de Écija, como su sol. Para qué decir más: la ermita del valle. Tan pequeña que una sola persona con fe, podría llenarla. Qué digo, con un padrenuestro bien rezado está ya llena. Tiene una cupulílla que con una Salve está repleta hasta el linternín que la concluye hacia el cielo. El resto del tiempo se va en meditaciones breves pero intensas, concentradas como píldoras de oración espontánea y pura al abrigo de los, también, pequeños muros de una oración blanca y recogida. Marcelino
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